Europa debe tomar el mando

La ilusión de paz perpetua en Europa se ha desmoronado. La guerra de Ucrania, el resurgimiento de regímenes autoritarios y la creciente inestabilidad en el flanco sur de Europa han echado por tierra décadas de complacencia estratégica. La era posterior a la Guerra Fría de los "dividendos de la paz" ha llegado a su fin.

Enfrentada a un panorama de seguridad mundial radicalmente alterado y con Estados Unidos mostrando un compromiso cada vez menor con la seguridad europea, Europa ya no puede permitirse seguir siendo estratégicamente dependiente. Debemos actuar, y debemos actuar juntos. Nuestros ciudadanos esperan una seguridad tangible, no una retórica altisonante, y es responsabilidad de Europa cumplirla.

Ha llegado el momento de construir una estructura europea de Mando y Control (C2) permanente y totalmente equipada: un sólido cuartel general militar multinacional capaz de dirigir operaciones autónomas, coordinar los esfuerzos de los Estados miembros e integrar el poder militar con los instrumentos diplomáticos, informativos y económicos de Europa.

Ha llegado el momento de construir una estructura europea de Mando y Control (C2) permanente y totalmente equipada: un cuartel general militar multinacional robusto capaz de dirigir operaciones autónomas, coordinar los esfuerzos de los Estados miembros e integrar el poder militar con los instrumentos diplomáticos, informativos y económicos de Europa.

Las naciones europeas ya están demostrando la voluntad política de actuar conjuntamente. Operaciones como Takuba, ASPIDES y Atalanta demuestran que la cooperación es posible, incluso fuera del marco convencional de la Política Común de Seguridad y Defensa (PCSD). Pero estas estructuras ad hoc no sustituyen a una capacidad integrada y permanente. A menudo las operaciones se dirigen desde el cuartel general de un país líder o incluso se delegan en la estructura de mando de la OTAN por falta de una alternativa europea. Esta fragmentación hace perder tiempo y socava la rendición de cuentas.

Si Europa quiere ser un actor geopolítico serio debe crear un cuartel general militar unificado diseñado no sólo para gestionar crisis sino también para combatir y vencer en conflictos de alta intensidad. Esto representaría un cambio de paradigma en términos de personal, recursos y tecnología, incluida la necesidad de redes digitales y herramientas de comunicación seguras y controladas por Europa.

El actual Estado Mayor de la UE (EUMS) está alarmantemente infradotado de recursos, operando con un escaso presupuesto anual de 30 millones de euros y con apenas un centenar de efectivos. El SHAPE, el cuartel general de la OTAN, está construido para el combate y tiene proporcionalmente 15 veces más personal operativo. Ha llegado el momento de pasar a un "EUMS+".

Europa ya comparte doctrina, se entrena conjuntamente y se despliega de forma conjunta. Pero la integración estratégica requiere más: una gobernanza revisada del EMUE, el intercambio de inteligencia, una logística común y la armonización de los contratos públicos de seguridad y defensa, con una clara preferencia europea. Y, lo que es más importante, un consenso político sobre quién decide en tiempos de crisis. Un mando eficaz es imposible con un liderazgo fragmentado.

La autonomía estratégica en un plazo de cinco a seis años es un objetivo alcanzable, siempre que iniciemos estas reformas ahora y asignemos un presupuesto europeo de defensa acorde con los retos que tenemos por delante. El actual 0,8% del Marco Financiero Plurianual (MFP) es insuficiente. Tanto la Comisión Europea como los presidentes del Consejo Europeo han pedido con razón a los Estados miembros que aumenten su gasto militar por encima del 2% actual. Sin embargo, la propia UE también debería tomar la iniciativa y garantizar que las inversiones relacionadas con la defensa en el próximo MFP reflejen estas prioridades. Eso significa tratar la defensa con la seriedad de una verdadera política europea.

Para ello habrá que replantearse también la Brújula Estratégica. La cuestión hoy no es cómo complementar a la OTAN, sino si estamos preparados para el momento en que el apoyo estadounidense pueda faltar o disminuir. Como ha demostrado la presidencia de Trump, ese momento ya no es hipotético; es una realidad previsible.

La retórica debe dar paso a la determinación. Tenemos los recursos, los conocimientos técnicos y el potencial militar colectivo. Lo que necesitamos ahora es el valor para utilizarlos con sabiduría e independencia. Establecer un mando europeo autónomo es demostrar que la Unión Europea puede asumir la responsabilidad de su propia seguridad cuando más importa. Es un paso audaz, pero necesario para una Unión que aspira a la relevancia geopolítica.

La retórica debe dar paso a la determinación. Tenemos los recursos, los conocimientos y el potencial militar colectivo. Lo que necesitamos ahora es el valor para utilizarlos con sabiduría e independencia. Establecer un mando europeo autónomo es demostrar que la Unión Europea puede asumir la responsabilidad de su propia seguridad cuando más importa.

Según el Comisario de Defensa y Espacio, Andrius Kubilius, Europa se enfrenta a un doble imperativo: prepararse para una posible agresión rusa a corto plazo y planificar un reequilibrio a largo plazo de la alianza transatlántica. Ambos requieren la misma base: preparación institucional, capacidad común y voluntad política.

Ya no vivimos en un mundo basado en reglas. La fuerza bruta, y no la diplomacia, determina cada vez más los resultados globales. Si Europa quiere seguir siendo un actor, y no un mero campo de juego, debe equiparse en consecuencia.

Una estructura C2 europea permanente y autónoma no es sólo una necesidad militar. Es una prueba de la madurez política de Europa. Tenemos las herramientas. Tenemos los conocimientos. Lo que necesitamos ahora es el valor de liderar. El Grupo del PPE está dispuesto a mostrar el camino.