Romper el silencio en salud mental

¿Puede Europa permitirse ignorar la salud mental?

Cada mes de octubre hacemos una breve pausa para hablar de salud mental. Pero para millones de europeos, no es cosa de un día. Es la vida cotidiana. Es la estudiante que teme salir de su dormitorio. El padre que lleva semanas sin dormir. La enfermera que da cuidados pero no puede pedirlos.

El tema del Día Mundial de la Salud Mental de este año -lasaludmentales un derecho humano universal-no sólo debe resonar. Debería hacer sonar las alarmas porque las cifras dan que pensar: en todo el mundo, una de cada ocho personas padece un trastorno de salud mental. En Europa, casi la mitad de los ciudadanos (46%), según el Eurobarómetro de junio de 2023, afirman haber experimentado angustia emocional o psicológica en el último año. Y entre los que han tenido problemas, más de la mitad no recibieron ayuda profesional.

La pandemia ha revelado algo que muchos ya sabían. El aislamiento, la presión económica y el miedo crearon una tormenta perfecta. Pero la tormenta no pasó. Incluso ahora, las largas listas de espera, la falta de financiación de los servicios y el estigma impiden que las personas reciban la atención que necesitan.

¿Y el coste? No sólo emocional. También es económico. Según los últimos datos disponibles, los problemas de salud mental cuestan a la UE más de 600.000 millones de euros al año, lo que equivale a más del 4% de nuestro PIB. Eso es productividad perdida, días de baja por enfermedad y vidas descarriladas.

Los ciudadanos de toda la UE alzan la voz. Cada vez leemos más sobre la difícil situación de los jóvenes en toda Europa, que se enfrentan a problemas como el agotamiento y los problemas de salud mental. Reflejan el coste humano oculto tras los datos: el dolor que no aparece en las hojas de cálculo, sino en las vidas interrumpidas y los futuros en suspenso. Sin embargo, a pesar de la creciente concienciación, la brecha entre la necesidad y el acceso sigue siendo enorme.

La salud mental sigue siendo una lotería. La geografía, los ingresos o incluso la edad pueden decidir si alguien recibe ayuda o no.

Por eso el Grupo del PPE aboga por un nuevo enfoque. Un enfoque que sitúe la salud mental donde debe estar: en el centro de las políticas de la UE.

Ya en 2023 abogamos por la creación de una comisión especializada en salud pública. Aquello no fue más que el principio. Hoy, este comité trabaja en estrecha colaboración con la Comisión Europea y destacados expertos para recopilar datos, definir estrategias y exigir responsabilidades a las instituciones.

Mejores datos significan una detección más precoz. Una detección más temprana significa mejores resultados. Pero no se trata sólo de cifras. Se trata de las personas, especialmente de los jóvenes. La juventud europea se enfrenta a niveles sin precedentes de estrés, ansiedad y depresión. El Grupo PPE reclama educación sobre salud mental en las escuelas, más apoyo a profesores y familias, y un acceso rápido a la atención sanitaria para los jóvenes, tanto dentro como fuera de los sistemas educativos.

También creemos que los servicios de salud mental deben ser asequibles y de fácil acceso. Eso significa más inversión, sí. Pero también significa una inversión más inteligente: en formación, investigación, prevención y cooperación transfronteriza. Nadie debe quedarse atrás por vivir en el país equivocado o por no poder pagar al terapeuta adecuado.

La política de salud mental no puede tratarse como una cuestión secundaria. Es la base de una Europa sana, productiva y resistente. ¿Puede Europa permitirse invertir en salud mental? La verdad es que no podemos permitirnos no hacerlo. Una Europa más fuerte empieza con mentes más sanas. Hagamos de la salud mental un derecho, no sólo en palabras, sino en hechos.