Documento de posición del Grupo PPE sobre las relaciones UE-EE.UU.

08.10.2025

Documento de posición del Grupo PPE sobre las relaciones UE-EE.UU.

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Guerra comercial entre la UE y EE.UU.

Las relaciones transatlánticas entre la UE y Estados Unidos han sido históricamente la base de la estabilidad geopolítica y económica de Occidente. Esta asociación, basada en valores democráticos compartidos, intereses de seguridad y cooperación económica, ha desempeñado un papel importante en la configuración del orden mundial durante décadas. El ascenso de una China cada vez más asertiva y autoritaria y la guerra de agresión ilegal y no provocada de Rusia contra Ucrania han puesto en entredicho el orden internacional basado en normas. Mientras la UE y sus Estados miembros intentan conjuntamente hacer frente a estos cambios históricos, una segunda Administración Trump ha planteado nuevas realidades para Europa. Mantener nuestra estrecha asociación transatlántica redunda en interés de ambas partes. Al tiempo que debemos adaptarnos a las nuevas realidades, la UE debe mantener sus propios valores. Es importante que EE.UU. respete a la UE como actor global clave y socio a la hora de abordar los retos internacionales compartidos. Debemos preservar y reforzar la autonomía normativa de la UE en ámbitos políticos críticos, instando a que se respeten plenamente los procesos soberanos de toma de decisiones y la integridad institucional de la UE. Queremos una asociación basada en la confianza y la previsibilidad, que son fundamentales para garantizar la estabilidad y el crecimiento económico a ambos lados del Atlántico. Así pues, pedimos que el Acuerdo Marco UE-EE.UU. se ejecute lo antes posible. Por lo tanto, el PPE pide una estrategia renovada para la alianza euroatlántica que tenga en cuenta todas las nuevas prioridades y áreas de cooperación, así como la nueva realidad geopolítica.

En un momento en que las alianzas mundiales se ponen a prueba y se redefinen, el vínculo transatlántico sigue siendo indispensable. Reforzar nuestra cooperación en todas las dimensiones -desde el comercio y la defensa hasta el clima y la innovación- no sólo es deseable, sino esencial para mantener la estabilidad y el progreso mundiales. Nuestra compleja y profunda relación afecta a toda una serie de ámbitos, del comercio a la defensa, de la inteligencia artificial a la agricultura, del sector sanitario a la diplomacia oceánica y la seguridad de la cadena de suministro. Nosotros, como PPE, insistimos en que sólo una Europa fuerte puede garantizar una asociación UE-EE.UU. sólida. Europa ya tiene mucho que ofrecer a EE.UU., y debemos seguir desarrollando nuestros puntos fuertes y nuestras capacidades en diversos ámbitos políticos, lo que reforzará aún más nuestra asociación UE-EE.UU., mutuamente beneficiosa y respetuosa. Esta asociación debe profundizarse a través de marcos de cooperación esenciales, que incluyan la continuación y la intensificación de un sólido intercambio mutuo de inteligencia y una planificación estratégica coordinada, para hacer frente con eficacia a los retos comunes en materia de seguridad. En este contexto, reiteramos que el camino a seguir debe ser una aplicación rigurosa de la legislación de la UE, que sea justa y ofrezca igualdad de condiciones a todos los actores transatlánticos, combinada con esfuerzos para avanzar en la desregulación, cuando sea necesario para hacer progresar la competitividad de la economía europea, respetando al mismo tiempo el alto nivel de las normas europeas en materia de salud, seguridad y protección de los consumidores. También subrayamos que nuestra cooperación mutua en el sector tecnológico es distinta de la de otros sectores, ya que es fundamental para garantizar que las nuevas tecnologías se apliquen de forma segura y democrática. Por lo tanto, las cuestiones relacionadas con la tecnología deben tratarse por separado de otros debates comerciales, basándose en los intereses, así como en la autonomía de ambas partes para establecer sus propias reglas y normas.

La defensa y la seguridad son áreas clave y sus presupuestos en toda la UE han experimentado aumentos históricos y largamente esperados. Sabemos que por fin debemos velar por nuestra propia seguridad. Por ello, pedimos un reparto justo de la carga con EE.UU. dentro de la OTAN y una cooperación industrial en materia de defensa mutuamente beneficiosa basada en la igualdad de condiciones para nuestras industrias. A medida que la UE aumenta las inversiones en una industria europea de defensa en rápido crecimiento, debemos mantener el compromiso con EE.UU. y garantizar el diálogo entre las industrias. El refuerzo del pilar europeo dentro de la OTAN debe ir de la mano de la mejora de las capacidades de defensa de la UE, garantizando la plena complementariedad y sinergia para asegurar la paz y la estabilidad euroatlánticas. La UE y EE.UU. comparten numerosos retos e intereses urgentes y clave en materia de defensa, lo que debería reflejarse en una mayor cooperación, ya sea en equipamiento o en inteligencia. Esto incluye también una reflexión estratégica conjunta sobre la seguridad de las infraestructuras, la protección de los corredores de transporte y los centros logísticos críticos, así como el avance de los sistemas de movilidad interoperables. Al ser más autónoma en este ámbito, la UE puede ser un mejor socio estratégico de Estados Unidos. Creemos que la defensa de la UE y el fortalecimiento del pilar europeo de la OTAN deben hacerse en cooperación con EEUU. La UE debe esforzarse por depender menos de las industrias de defensa de sus socios y adquirir autonomía estratégica con una mayor producción e innovación en la UE. Al mismo tiempo, trabajar para conseguir una ayuda militar y un apoyo político sostenidos y a largo plazo de EEUU a Ucrania es una prioridad máxima para la UE. Ucrania puede contar con nuestra inquebrantable solidaridad mientras trabajamos por una paz que salvaguarde los intereses vitales de Ucrania y de Europa en materia de seguridad. Estamos decididos a mantener a Ucrania fuerte para que Ucrania gane la guerra. Sólo unas férreas garantías de seguridad coordinadas conjuntamente por la comunidad transatlántica pueden disuadir eficazmente la agresión rusa. Además, tenemos que explorar las posibilidades de apoyarnos mutuamente en nuestros intereses y aplicar enfoques conjuntos a nuestras actuaciones en regiones clave como el Indo-Pacífico, América Latina, África, Oriente Próximo y el Mediterráneo Oriental o el Ártico. En este contexto, destacamos la centralidad del Ártico europeo, que se extiende desde el Mar Báltico hasta el Mar de Barents, como flanco norte de la OTAN y de la UE, donde se cruzan cada vez más la militarización rusa y las crecientes inversiones chinas. El "Diálogo sobre Seguridad y Defensa" UE-EEUU constituye el foro ideal para debatir estas cuestiones y debería profundizarse y reunirse con mayor regularidad. Además, siempre debe prestarse especial atención a nuestra vecindad inmediata, especialmente Ucrania, los Balcanes Occidentales y el Cáucaso Meridional, donde nosotros, como PPE, seguiremos siendo el principal defensor del fomento de la democracia y del proceso de integración euroatlántica. Creemos que la disuasión y la defensa del flanco oriental de la OTAN siguen siendo la máxima prioridad. También es necesario reforzar el compromiso transatlántico con África y la Vecindad Meridional, reconociendo los crecientes retos relacionados con la inestabilidad en África y otras regiones atlánticas. Todo ello requiere un enfoque más integrado que combine seguridad, gestión de la migración, desarrollo sostenible y resistencia de las infraestructuras críticas: ámbitos en los que Estados Unidos, la OTAN y la UE deben coordinarse con mayor eficacia.

También es necesario reforzar nuestra cooperación en materia de seguridad y defensa con el Reino Unido y Noruega; socios estratégicos de la UE y aliados de la OTAN. Además, nuestra cooperación con Estados Unidos debe profundizarse en el ámbito espacial; un dominio estratégico que sirve de habilitador tanto para el crecimiento económico como para los objetivos de seguridad y defensa. Deben ampliarse foros como el Diálogo Espacial UE-EE.UU. para abordar los retos tecnológicos, medioambientales y geopolíticos comunes. El espacio también ofrece oportunidades para la cooperación en investigación y ciencia, incluyendo asociaciones entre universidades estadounidenses y europeas.

Mientras respondemos a las dinámicas cambiantes, también es crucial que la Alianza Transatlántica siga siendo una plataforma para promover y defender los valores occidentales fundamentales: la libertad, la justicia y la dignidad humana. Esto significa defender los principios de la democracia, el respeto de los derechos humanos y el Estado de Derecho, tanto dentro de nuestras sociedades como en nuestro compromiso global. En una época de creciente influencia autoritaria, reforzar estos valores a través de nuestra cooperación no es sólo un imperativo moral, sino también estratégico.

Aunque las cuestiones de seguridad ocupan un lugar destacado en las relaciones UE-EEUU, ambas partes deben cooperar en una gama más amplia de retos globales que ponen a prueba el actual orden internacional. La UE y EE.UU. deben afrontar conjuntamente el auge de los regímenes autoritarios y la gran cantidad de amenazas híbridas existentes y emergentes que caracterizan el panorama actual de la seguridad, como la coacción económica, el terrorismo, la delincuencia organizada, en particular para intensificar la lucha contra los cárteles de la droga, las campañas de desinformación, la injerencia extranjera en el funcionamiento democrático de nuestros países y la erosión de los valores democráticos en todo el mundo. Debemos comprometernos con nuestros socios transatlánticos para lograr la tan necesaria reforma de las organizaciones multilaterales, como las Naciones Unidas y, en particular, la OMC. También pedimos una armonización de las políticas de sanciones UE-EE.UU. contra las entidades que llevan a cabo acciones desestabilizadoras y violan el derecho internacional, reforzando así un frente unido para salvaguardar el orden internacional basado en normas. La migración y el cambio climático también requieren nuestra atención conjunta. Además, también nos enfrentamos a los retos de gestionar el rápido crecimiento tecnológico y el desarrollo de la IA. Sólo la unidad transatlántica puede garantizar que estas cuestiones se aborden adecuadamente a escala mundial. Además, el refuerzo de la cooperación entre la UE y EE.UU. en el ámbito de la seguridad energética, incluida la energía nuclear civil y el gas natural licuado (GNL), puede mejorar nuestra resistencia energética compartida, apoyar la transición a una economía con bajas emisiones de carbono y reducir la dependencia de proveedores energéticos autoritarios, es decir, eliminar progresivamente los combustibles fósiles rusos, incluidos el GNL y el petróleo. La UE y EE.UU. también se enfrentan a las actividades clandestinas de ciberespionaje y espionaje de China, así como a sus políticas comerciales desleales que crean dependencias y vulnerabilidades que pueden utilizarse en nuestra contra. Es necesaria una estrecha cooperación entre la UE y EE.UU. para disuadir estas amenazas.

En todos estos ámbitos, la UE y EE.UU. deben comprometerse bilateralmente para buscar denominadores comunes y abordar las diferencias y los retos que plantean nuestras posiciones. Por ello, creemos ahora más que nunca que las cumbres UE-EE.UU. deberían celebrarse con regularidad, ya que podrían servir de poderoso catalizador para reforzar las relaciones bilaterales, especialmente en el ámbito de la seguridad y la defensa.

En el plano económico, la UE y EE.UU. intercambiaron 1,6 billones de euros en bienes y servicios en 2024, lo que convierte a la relación comercial UE-EE.UU. en la mayor relación bilateral de comercio e inversión del mundo. La relación económica transatlántica sustenta millones de puestos de trabajo a ambos lados del Atlántico. Ambas partes también están profundamente integradas en términos de flujos de inversión, con inversiones por valor de 5,3 billones de euros en los mercados de la otra parte, lo que subraya la profunda integración económica y los beneficios mutuos derivados de las inversiones transatlánticas. Esta interconexión económica no es sólo un pilar de las relaciones transatlánticas, sino también un motor clave de la estabilidad económica mundial. Aunque las tensiones comerciales han disminuido, el reciente Acuerdo Marco UE-EE.UU. sigue estando desequilibrado. Así pues, la UE y EE.UU. deben negociar con el objetivo de alcanzar un acuerdo de libre comercio en toda regla y reforzar la larga asociación, que siempre se ha basado en la equidad, la transparencia y el respeto mutuo. Además, las tensiones comerciales, aunque no se han eliminado por completo, se están abordando y gestionando activamente a través de los mecanismos de cooperación establecidos por el acuerdo, lo que reduce los perjuicios para los consumidores, los trabajadores, las empresas y la economía en general. El PPE cree que la UE y EE.UU. deben continuar las negociaciones para reducir aún más los aranceles y resolver cualquier otra disputa a través del diálogo y la diplomacia, en lugar de medidas proteccionistas, con el fin de restablecer la confianza mutua y la cooperación.

Sin embargo, a pesar de nuestros fuertes lazos, siguen existiendo barreras al comercio, como las discrepancias normativas. Estos obstáculos impiden aprovechar todo el potencial de la asociación económica UE-EE.UU., especialmente en lo que respecta a las normas comunes en ámbitos como los mercados digitales y la tecnología. Por ello, pedimos un enfoque audaz de las relaciones comerciales que busque eliminar tales ineficiencias, reducir las barreras comerciales y crear un marco para la futura colaboración económica. Deberíamos buscar nuevos acuerdos comerciales sectoriales que puedan abordar los sectores y retos emergentes. Aunque las negociaciones de la Asociación Transatlántica de Comercio e Inversión (ATCI) no llegaron a buen puerto, unos acuerdos más centrados en sectores clave harían avanzar el diálogo transatlántico y proporcionarían una plataforma eficaz y de alto nivel para coordinar los enfoques de las principales cuestiones comerciales, económicas y tecnológicas mundiales. Tales acuerdos, acordes con las normas mundiales, reforzarían los lazos entre la UE y EE.UU. y promoverían los principios del libre mercado y el compromiso con las economías abiertas, al tiempo que mantenemos el objetivo ideal de un acuerdo de libre comercio en toda regla una vez que se cumplan todas las condiciones. Paralelamente, la UE y EE.UU. deben profundizar en su coordinación para desarrollar un enfoque unificado y estratégico que permita gestionar la competencia económica y geopolítica con China. Un enfoque compartido es esencial para salvaguardar la seguridad económica y evitar la competencia desleal.

El PPE puede desempeñar un papel significativo a la hora de aliviar las actuales tensiones comerciales y políticas entablando una comunicación y colaboración directas con nuestros homólogos estadounidenses. Reforzar estos intercambios políticos puede conducir a políticas comerciales más informadas y equilibradas y puede ayudar a anticiparse de forma proactiva a posibles conflictos comerciales. Así pues, deberíamos diversificar nuestros canales de comunicación con EE.UU. coordinando mejor la diplomacia parlamentaria con los compromisos de alto nivel de figuras políticas de nuestra familia del PPE. Nuestras asambleas parlamentarias, incluidas la AP de la OTAN y la AP de la OSCE, desempeñan un papel fundamental en el fomento de unas relaciones estables y duraderas basadas en la confianza y el respeto mutuo. Pedimos un diálogo más estrecho, no sólo con los actores políticos de Washington D.C., sino con los 50 Estados diferentes para estar más cerca de los ciudadanos y de los responsables locales de la toma de decisiones. En general, debemos invertir en la creación de redes regionales y aspirar a una presencia visible en todos los Estados para estar conectados con numerosas y diversas partes interesadas. Esto también requiere una actualización de la estrategia de comunicación y divulgación de la UE.

Además, pensando en las generaciones futuras, pedimos que aumenten los intercambios entre estudiantes e investigadores estadounidenses y europeos para garantizar que las generaciones actuales y futuras sigan comprometidas con esta asociación y que los jóvenes estadounidenses conozcan mejor Europa, se familiaricen con nuestros intereses, nuestro modo de vida y nuestra cultura, y tomen conciencia de la importancia del vínculo transatlántico.

Estados Unidos es nuestro mayor y más importante socio comercial y de seguridad. La alianza transatlántica desempeña un papel central en el orden internacional global y ha sido durante mucho tiempo la piedra angular de nuestra prosperidad mutua. Debemos seguir reforzándola a medida que evolucionan tanto la política como la sociedad estadounidenses, asegurándonos al mismo tiempo de que se protegen los intereses europeos. Las tensiones en nuestra relación comercial exigen una actitud constructiva, pero también la unidad europea. En este contexto, y teniendo en cuenta la evolución actual, la Unión Europea debe hacer valer su peso haciéndose más autónoma al tiempo que refuerza el vínculo transatlántico que une a nuestros ciudadanos, empresas, parlamentos y dirigentes políticos. Creemos que la Unión Europea debe trabajar para mantener una relación sólida con Estados Unidos. Al mismo tiempo, debemos responder a las realidades globales. Creemos sinceramente que en un mundo que cambia rápidamente, en el que junto a los conflictos, las nuevas tecnologías como la IA exigen nuestra atención inmediata, no hay mejor manera para ambos de avanzar en nuestros intereses mutuos que a través de una alianza transatlántica fuerte y recíproca que sirva por igual a los intereses de ambas partes. El PPE se compromete a liderar una UE más fuerte en esta renovada asociación UE-EE.UU.

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