Alto al sabotaje submarino

18.02.2025

Alto al sabotaje submarino

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el cable submarino de telecomunicaciones C-Lion1 siendo tendido en el fondo del Mar Báltico por el buque cablero "Ile de Brehat" frente a la costa de Helsinki, Finlandia.

A lo largo de 15 meses, en cuatro ocasiones distintas, buques que viajaban hacia o desde Rusia causaron importantes daños a varios enlaces submarinos de energía y datos en el mar Báltico al arrastrar sus pesadas anclas sobre los cables y tuberías.

Sólo los más crédulos podrían calificarlos de meros "accidentes", independientemente de las reclamaciones. Las anclas y cadenas de los buques pesan más de diez toneladas y no se hunden sin previo aviso. Los buques de propiedad china New Polar Bear, Yi Peng 3, Eagle S y Vezhen mostraron movimientos sospechosos cuando llegaron a las zonas próximas a los cables.

La infraestructura de cables submarinos del Mar Báltico desempeña un papel vital tanto en la transmisión de energía como de datos, pero es sólo una parte de una vasta red. Densas redes submarinas de energía y telecomunicaciones se extienden también por el Mediterráneo, el Mar del Norte, las costas de España y Portugal, el Canal de la Mancha y las Islas Canarias.

Las autoridades finlandesas no han encontrado pruebas concluyentes de sabotaje deliberado, pero reconocen que no puede descartarse por completo la participación rusa. Que los daños fueran deliberados o no es secundario: cualquier daño a las infraestructuras subacuáticas críticas (CUI) debe tratarse como un grave ataque a nuestra seguridad colectiva.

La inteligencia rusa tuvo cuidado de no dejar pruebas incriminatorias que pudieran utilizarse en los tribunales. Sin embargo, la ausencia de pruebas legales no significa automáticamente que los daños fueran accidentales. En las operaciones híbridas, la negación es siempre una estrategia clave.

La cuestión no se limita al Mar Báltico; es un problema global. Rusia -y posiblemente otros actores hostiles- han estado cartografiando infraestructuras críticas en todo el mundo, con sucesos similares en el Canal de la Mancha, el Atlántico a lo largo de cables de comunicación transatlánticos y muchas otras zonas.

La infraestructura de cables submarinos del Mar Báltico desempeña un papel vital tanto en la transmisión de energía como de datos, pero es sólo una parte de una vasta red. Densas redes submarinas de energía y telecomunicaciones se extienden también por el Mediterráneo, el Mar del Norte, las costas de España y Portugal, el Canal de la Mancha y las Islas Canarias. Estos enlaces son esenciales para la seguridad energética y las telecomunicaciones mundiales.

Los cables submarinos transportan la mayor parte del tráfico internacional de datos, por valor de billones de euros. Sin embargo, las crecientes tensiones geopolíticas y el auge de las amenazas cibernéticas han suscitado preocupación por la seguridad de esta infraestructura vital. Evitar el sabotaje de cables submarinos en el Mar Báltico requiere un planteamiento polifacético, que combine medidas tecnológicas, estratégicas y de cooperación.

Además de las actuales operaciones de vigilancia de la OTAN, la UE debe emprender acciones decisivas. La primera prioridad es atajar una de las causas profundas: la flota que elude las sanciones. Independientemente de la bandera que enarbolen, estos buques no son operadores independientes, sino representantes de Rusia.

La UE debe utilizar su poder económico y diplomático para impedir que esta flota rusa de facto opere y eluda las sanciones. Los propietarios y operadores de estos buques deben ser sancionados. Además, las consecuencias por dañar infraestructuras subacuáticas críticas (CUI) deben incrementarse significativamente para que sirvan de disuasión eficaz. Estos buques también deben rendir cuentas por las violaciones de la seguridad marítima, ya que su mal estado y su equipamiento obsoleto suponen un grave riesgo medioambiental.

Los cables submarinos transportan la mayor parte del tráfico internacional de datos, por valor de billones de euros. Sin embargo, las crecientes tensiones geopolíticas y el auge de las ciberamenazas han suscitado preocupación por la seguridad de esta infraestructura vital. Prevenir el sabotaje de cables submarinos en el Mar Báltico requiere un enfoque polifacético, que combine medidas tecnológicas, estratégicas y de cooperación.

En segundo lugar, la vigilancia de los buques es esencial. Si podemos exigir cámaras a bordo (CCTV) obligatorias para los buques pesqueros, la misma norma debería aplicarse a la cubierta del capitán de los buques comerciales de carga. La Organización Marítima Internacional (OMI) ya impone los Sistemas de Identificación Automática (AIS); ahora debería imponer la obligatoriedad de las cámaras CCTV para los buques que operan cerca de infraestructuras críticas. Además, la desactivación del AIS -una práctica cada vez más común entre los buques sospechosos- debe acarrear sanciones mucho más severas.

La actuación rápida y decisiva de los Estados miembros, la OTAN y la UE es clave para evitar nuevos sabotajes o estos denominados "accidentes". La incautación del Eagle S por las autoridades finlandesas es un excelente ejemplo que debería seguirse. El umbral de intervención para proteger nuestra CUI debe ser lo más bajo posible.

Por último, la concienciación pública desempeña un papel vital. Debemos reconocer que estamos siendo el blanco y el ataque de fuerzas hostiles. Rusia, sus aliados y sus representantes deben afrontar consecuencias reales, no sólo condenas.

Notas a los editores

El Grupo PPE es el grupo político más numeroso del Parlamento Europeo con 188 Miembros de todos los países

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